Llegó el último Desafío Huarochirí del año, y de este modo se cierra el emocionante y único Campeonato de Trail Running en la sierra de Lima, que consta de tres fechas y que ojalá tenga más fechas para el próximo año. Así que nos vamos todos a San Juan de Lanca a rematar.
Algunos corredores se inscriben para mejorar sus tiempos, otros solo a pasarla bien y otros a defender sus apuestas. ¡En fin! Lo que no cabe duda es que la diversión está asegurada.
Esta carrera además de ser un clásico, es para muchos la escuela del trail running, dado que sus diferentes distancias, categorías de edades y la adecuada cercanía a la ciudad de Lima permite que nuevos corredores se animen a explorar este hermoso deporte. El Desafío Huarochirí, tiene dos categorías llamadas Purix y Chasqui, que dependiendo de la fecha que se dispute (son 3 fechas en total) se corren entre 8K y 10K, y 19K y 25K, respectivamente. Siempre la última fecha del Desafío Huarochirí es la más fuerte en distancia, ruta y desnivel. Cabe destacar que esta tercera fecha tuvo alrededor de 400 corredores entre las 2 categorías.
En la categoría Purix, la distancia más corta, también se inscriben niños y jóvenes, así que pude observar a algunos padres corriendo con sus hijos y defendiendo sus posiciones, por lo que se podría decir que el Desafío Huarochirí es toda una invitación a ser un semillero del trail running. Además de hacer deporte con tus hijos, permite disfrutar de lo hermoso de la naturaleza, respetarla y como establecer desde niños una comunicación entre cuerpo y mente, lo que sin duda incrementa sus responsabilidades y los hace mejores, toda una escuela de vida.
Muchos trail runners estuvieron haciendo reconocimiento de ruta los días previos a la carrera, así que sabían a lo que se enfrentarían. Los que no lo hicimos, sólo sabíamos que esos 25K serían la ruta del Desafío Huarochirí con mayor desnivel positivo (en teoría 1,790m pero terminó en 1,400m) y que aunque la altura no sería mayor a los 3,000msnm, íbamos a quemar piernas a full. Igualmente estábamos listos para disfrutar.
No en todas las carreras estamos con la misma energía, sobre todo cuando la noche anterior estuviste en un concierto que supuestamente terminaba a las 10 de la noche, y eran la 1am y seguías. Bueno lo cantado y lo bailado no te lo quita nadie. ¡Jajajaja!. Así que a afrontar la responsabilidad y el compromiso que tiene uno como corredor. Partimos a las 4am hacia San Juan de Lanca, durmiendo todo el camino y tratando de recuperar energías. No es lo más recomendable pero la vida en ocasiones te lleva a aceptarlo y estamos para ello, para vivir cada momento como se debe.
Llegamos a San Juan de Lanca, el pueblo de las chirimoyas, se sentía el aire puro y el frío del amanecer de la sierra, el sol ya amenazaba ser fuerte este día. La gente llegaba entusiasmada y el estadio ya era una fiesta, todos calentando motores, alistando mochilas y comiendo algo para enfrentar la mañana que sin duda sería dura, porque el sol apuntaba a ser uno de esos fuertes del mes. Los niños que correrían la distancia corta también ansiosos por empezar, ya que la fiesta es para todos.
Ya con todo listo, a las 9am se da la partida de 25K. Los gritos de guerreros que van a conquistar su meta ya salieron al aire. La gente del pueblo como siempre alentándonos en la salida.
Empieza la primera subida de 500m de desnivel positivo y 3K de largo. Era una de las partes duras, todos callados y concentrados para no perder ni pisca de oxígeno en esta primera montaña. Yo, aprendiendo a usar los bastones que a veces los quiero tirar por el barranco, jajajaja. Salí con poca agua para estar más ligera en la subida y recargar en los puntos de hidratación. La ruta muy bonita, las plantas y el aroma que es característico del lugar lo hacen como siempre muy especial. Florecitas amarillas nos acompañaron durante casi toda la subida y por supuesto el cielo azul le ponía color a la mañana. Las pantorrillas quemaban, pero el que se detiene pierde.
Con casi 1 hora de camino, se asoma la segunda subida cuando ya pensabas que había terminado el ascenso de la primera, pero esta vez te enfrentas a una mayor, un tramo de desnivel 800m y 7K más hasta completar la cima en el kilómetro 13. Las bajadas eran de trocha, por lo que por momentos parecía una carrera de “velocidad”, así que la diversión era total.
Llegamos a la parte más alta, kilómetro 13 aproximadamente. Allí fue justo donde comenzó la felicidad “la bajadita”. Llené mis botellas con agua, algo de comidita para reponer energía y lista para dar el máximo en esa bajada donde muchos que vienen del running disfrutan mucho por la alta velocidad, pero como duele ese terreno. Previamente los amigos ya habíamos hecho una apuesta, así teníamos que apretar el paso sí o sí. ¡El de la apuesta iba atrás!

Guardé los bastones para bajar más cómoda, pero por mi poca experiencia se me iban desarmando en todo el camino, la risa se me salía a carcajadas. Era una bajada de trocha de 9 kilómetros. Parecía interminable. Eso ya lo había hecho en los entrenamientos, así que casi a velocidad de pistero sin dudarlo me lancé, y con los bastones que se me desarmaban bajé a todo forro. ¡Jajaja! El objetivo había que cumplirlo.
Este tipo de competencias son como un examen, para esto entrenamos tanto, y aquí era el momento de ver cómo te ha resultado tu entrenamiento. Llegamos al final de esa bajada de trocha divertida, y ¡Oh sorpresa! ¡Viene la mega subida final! Esa subida no la tenía en el mapa, y con las piernas que ya habían quedado agotadas de la trocha, teníamos que empezar a subir nuevamente. Estábamos ya pasando aceite, pero las apuestas valían más. Así que aguantando la presión de los amigos atrás, continuábamos en la lucha. Esto no haría que me detenga. Qué difícil es mantener el paso cuando el contrincante te respira en la espalda. En muchos momentos quise tirar la toalla.

Lo más lindo de todo esto, es que además de divertirnos, en el trail existe mucho compañerismo y aunque haya competencia entre uno y otro, o alguna apuesta de por medio, siempre va a prevalecer las ganas de dar aliento al corredor, las ganas de motivar a tu compañero de ruta y por qué no darle ese aliento que necesita para llegue hasta la meta.
Esto justamente ocurrió conmigo, cuando terminé la fuerte subida final y me encontraba ya a pocos kilómetros de la meta al lado de un canal de agua. Quise flaquear y caminar, pero este amigo con el cual hice la apuesta se convirtió entonces en mi motivador y estuvo detrás de mí dando palabras de aliento a cada paso para que yo llegue bien y llegue en mi tiempo planeado.
Llegamos al kilómetro 25 y la meta estaba ahí. Sonrisa de oreja a oreja. Feliz por haber logrado hacer la ruta en el tiempo que deseaba, pero sobre todo muy feliz por haber compartido una linda mañana con amigos que disfrutan y viven con pasión el trail running. Como siempre me deja mucho que aprender en cada kilómetro recorrido. Grandes cosas tiene el trail para ti.
Nos veremos en la divertida y retadora siguiente edición del Desafío Huarochirí.